La arquitectura:
La fábrica de Bombas Gens posee un indudable valor histórico-social, ya que nos encontramos ante uno de los escasos ejemplos de arquitectura industrial de la década de 1930 que permanece en pie y el único vestigio de un antiguo barrio en el que han desaparecido la mayor parte de las viviendas originales. Pese a los daños sufridos después de permanecer 25 años abandonada, se encontraba en un estado de conservación en el que todavía era posible especular con su recuperación.
El inmueble está configurado por un grupo de naves industriales y construcciones de baja altura situadas en una manzana de forma irregular, siendo su frente principal la elegante fachada con improntas estilísticas art déco, recayente a la actual avenida de Burjassot esquina con la calle Reus (antes Adolfo Beltrán con Joaquín Ballester).
El conjunto original lo componían una vivienda plurifamiliar en la que vivían el apoderado y el encargado, el cuerpo principal en el que estaban situadas las oficinas y la sala de exposiciones de los productos, y un grupo de cuatro naves adosadas, transversales a la fachada principal y alrededor de un patio irregular que contenía los elementos de servicio, en las que se desarrollaba la actividad industrial.
Destaca la gran importancia que se le concedió a la composición y ornamentación exterior, infrecuente en las tipologías de arquitectura industrial, pero debemos encontrar su justificación en el planeamiento urbanístico vigente en el momento de su construcción, en el que se puede comprobar cómo la fábrica adopta las alienaciones de la manzana irregular y esquinas achaflanadas prevista en la ordenación y en las que los alzados delantero y posterior conformaban las fachadas de las nuevas calles.
En la actualidad, sorprende la extraña la configuración de la planta en relación con la parcela que ocupa y el refinado tratamiento del alzado trasero recayente al interior, caracterizado por los testeros de perfil escalonado y el ritmo que imponen las pilastras coronadas con motivos ornamentales, pero su explicación debemos hallarla en que estaba previsto que fuera la fachada a una calle que nunca se llegó a realizar.
La superficie construida total del conjunto de las edificaciones es de 4.000 m2, sobre una superficie de parcela de 6200 m2.
Equipo de arquitectos:
Arquitecto: Ramón Esteve
Arquitecto Rehabilitación: Eduardo de Miguel
Arquitecto Museístico: Annabelle Selldorf
Arquitecto técnico e Ingeniero edificación: Rafael Ferriols
La intervención:
Por tratarse de un edificio en proceso de catalogación como Bien de Relevancia Local y debido al mal estado de conservación en el que se encontraban las instalaciones, comenzamos por realizar un proyecto de consolidación estructural y de rehabilitación de las cubiertas, con la finalidad de recuperar el conjunto original, y teniendo especial cuidado en la zona protegida.
También se ha recuperado el carácter industrial del conjunto original y que posteriormente se desvirtuó por las edificaciones construidas a lo largo del tiempo.
Se ha respetado conscientemente las características tipológicas, formales y materiales de la arquitectura industrial preexistente.
La propia arquitectura se ha utilizado como un recurso para potenciar los valores del edificio restaurado. Aprovechando el carácter del lugar, a través de mínimas operaciones de adaptación de la arquitectura preexistente.
Junto a la antigua fábrica rehabilitada, ahora convertida en centro de arte, se ha levantado un edificio de nueva construción que alberga el Centre Jove.
Relación con el barrio:
La actuación no se ha planteado como un elemento aislado del entorno, sino como motor regenerador del mismo.
El patrimonio industrial es un importante recurso, para crear actividad capaz de regenerar áreas degradadas, en el seno de las comunidades locales, y mantener viva la memoria de su pasado productivo, técnico y social.
Refuerza la autoestima del barrio ofreciendo actividades que benefician directamente a la comunidad, a la vez que atrae visitantes locales y extranjeros.
Relación con la ciudad:
La intervención promovida refuerza la identidad internacional de Valencia, como ciudad que potencia la creatividad, el arte y la gastronomía.
Recuperando y siendo respetuosa con su patrimonio industrial y cultural único de la ciudad, y que pertenece a su memoria.
La ordenación de la manzana anterior a la declaración del edificio como BRL pone de manifiesto la falta de sensibilidad que había hacia el patrimonio industrial, uno de los más importantes que poseemos. Ya que permite explicar gran parte de la historia socio-económica de la ciudad.
Afortunadamente esta situación ha cambiado gracias al esfuerzo realizado por parte de muchos colectivos que reclaman su conservación y que hoy ya nadie cuestiona.